Estas abejas son principalmente solitarias. Cuando forman pequeñas colonias, no hay división del trabajo, es decir, no hay reinas ni obreras, como entre las abejas europeas. También se sabe que algunos géneros de su tribu (Euglosinii) parasitan los nidos de otras abejas (son cleptoparásitas, es decir, ponen sus huevos en los nidos de otras abejas). Las hembras recolectan polen y néctar como alimento para sus huevos y larvas, así como lodo y resinas para hacer su nido. La mayoría de los machos visita las orquídeas. Muchas orquídeas no producen néctar y su polen no es útil para las abejas debido a su forma de polinios, que son aglomeraciones compactas de polen que lo hacen inaccesible para el consumo. Los machos de Euglossa son atraídos por el aroma de las flores de ciertas orquídeas. En los trópicos de América hay unas 625 especies de orquídeas que producen aromas que las abejas pueden percibir hasta a un kilómetro de distancia.
Según Dressler —en el mismo artículo de 1982— los machos de las abejas metálicas aparecen como por magia y en grandes números cuando florece la orquídea adecuada para ellos. No visitan las flores para polinizarlas, pero permanecen durante mucho tiempo en ellas y más bien las polinizan sin querer. Dressler reportó que para ese año ya estaba bien documentado que los machos recolectan aromas de la flor utilizando estructuras especializadas en sus patas (en 2016, Peter W.H. Holland describió el comportamiento en el artículo "Observations on fragrance collection behaviour of euglossine bees..."). Esto provocó una coevolución de mecanismos de polinización muy complicados que en algunos casos implican, por ejemplo, que la abeja acabe cayendo dentro de la flor (que funciona como una trampa, recomendamos el video An Orchid’s Trap, de Nat Geo Animals, en YouTube). La abeja que cae en la trampa hace todo lo posible por salir de ella, pero la única forma de lograrlo es atravesar el lugar en el que están los polinios. Cuando la abeja finalmente sale de la flor, se lleva los polinios adheridos en la parte dorsal del abdomen o en otra parte (según la especie de orquídea) usualmente inaccesible para la abeja, por lo que no se los puede quitar. Así, cuando la abeja visite otra flor de la misma especie ¡deposita el polen de la primera y ¡completa la polinización!
Recolectores de aromas
A diferencia de otras abejas, los machos de las Euglossa solo buscan las fragancias de las orquídeas. En el mismo “Biology of the orchid bees…” (p. 387), Dressler describió el proceso de recolecta de perfume de las abejas metálicas. Específicamente, dice que los brillantes insectos aterrizan sobre la superficie de las estructuras de la flor que producen el perfume y luego, con el tarso de sus patas delanteras, cepillan la superficie. Después de que recogen el perfume, las abejas revolotean y pasan las gotas de aroma hacia las patas de atrás, y ahí lo almacenan en unas estructuras especiales. La recolección es complicada, por eso las abejas se mantienen durante mucho tiempo cerca de la flor, a veces aterrizando sobre ella para percibir y extraer las fragancias y a veces revoloteando cerca.
Ilustración del libro Darwin, C. 1877. The various contrivances by which orchids are fertilised by insects (2nd ed., rev.) London: John Murray. Se han identificado con análisis químicos hasta 83 compuestos diferentes producidos por las orquídeas de este tipo. Aunque se desconoce la estructura química de muchos de esos compuestos, algunos de sus aromas son sorprendentes para el olfato humano. Por ejemplo, Clementina tiene una orquídea del género Lycaste que florece cada primavera y perfuma su casa con aroma de canela. Es precisamente gracias a que ahora se conoce más de los compuestos aromáticos que producen las orquídeas que se ha logrado atraer a las Euglossas para estudiarlas mejor. Pero el esfuerzo por conocer más de estos insectos ha llevado más de 40 años de investigación, sin considerar que ya desde el siglo XIX Darwin describió ese tipo de polinización en orquídeas del género Coryanthes en The various contrivances by which orchids are fertilised by insects (pp. 173-177 de la 2ª edición).
El aroma de las flores
En el mismo “Biology of the orchid bees…”, Bob Dressler estimó que en la región tropical de nuestro continente existen alrededor de 55 géneros y 625 especies de orquídeas que producen flores aromáticas y todas atraen abejas que son sus polinizadoras. ¿Pero para qué usan las abejas macho el perfume que recolectan? Inicialmente se pensó que el aroma almacenado en las patas traseras se mezclaba con otras cosas, entre ellas material vegetal en descomposición. También se especuló que tal vez modifican la estructura molecular de los aromas y que toda esa mezcla química servía como feromonas para atraer a las hembras para aparearse, sobre todo si se considera que son especies poco frecuentes, solitarias y las selvas donde viven son grandes y oscuras (dificultando los encuentros reproductivos). Sin embargo, aunque se sabe que los machos liberan estos aromas en lugares del sotobosque —donde tienen sus sitios de apareamiento, la evidencia de que realmente usen esas supuestas feromonas para atraer a las hembras es casi nula, aunque en 2023 Jonas Henske y coautores (https://doi.org/10.1016/j.cub.2023.03.060) demostraron que los perfumes que captura la abeja Euglossa dilemmawe sí incrementan su éxito reproductivo.
En artículos de 1999 y 2003, el orquideólogo Mark Whitten y un grupo de entomólogos consideraron que los machos de las Euglossas invierten tiempo y esfuerzo en recolectar las fragancias para “demostrarle” a las hembras que son saludables y fuertes, o sea que representa un caso del llamado “principio del handicap”, de Amotz Zahavi, en la selección sexual. En otras palabras, les dicen: “mira, mis genes son tan buenos que pude hacer todo este trabajo y conseguir estos exóticos aromas, y voy a pasarle estos “supergenes” a nuestros hijos”, o algo así, ustedes entienden la metáfora. Whitten y colaboradores dicen que esto, lo de recolectar aromas complejos para competir por aparearse, es único en el reino animal.
Indudablemente las Euglossas y las orquídeas que polinizan, principalmente de las subtribus Catasetinae y Stanhopeinae, representan un increíble ejemplo de adaptación y coevolución.
Cambio climático y más…
Por desgracia, estas fascinantes abejas están padeciendo los embates de la transformación de los ecosistemas y del cambio climático, como lo ilustra la investigación reciente. Por ejemplo, Frederico Valtuille Faleiro, André Nemesio y Rafael Loyola (DOI: 10.1007/s13592-020-00781-2) usaron modelos matemáticos para predecir que con el cambio global disminuirá la abundancia de abejas de las orquídeas. En una investigación realizada entre 2013 y 2017 en Panamá, Álvaro Vega-Hidalgo y colaboradores documentaron que la abundancia y diversidad de las poblaciones de Euglossas decreció de forma alarmante en solo cinco años.
En un estudio sorprendente publicado en abril de 2024 en la revista Florida Entomologist, Robert W. Pemberton y James T. Kindt observaron que individuos de Euglossa dilemma, una especie naturalizada en Florida, recolectan compuestos volátiles de superficies impregnadas con el herbicida triclopyr, que se utiliza en la agricultura. Aunque explican que estos compuestos químicos no las dañan, queda la incertidumbre de si no podrían recolectar otros que sí lo hagan.
Urge estudiar y entender mejor a estas fascinantes criaturas. Además de su singular belleza, ejemplifican procesos coevolutivos y de radiación adaptativa de una manera sorprendente y seguramente aún conservan muchos misterios evolutivos que sin duda nos sorprenderán.